Dayana Prieto

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A los que hoy van por ahí rasgando vestiduras ajenas, condenando y creyéndose infalibles.
Algunos exigen que el ser humano se separe del activista político, o como han dicho también, que un líder debe actuar desde la frivolidad y no desde los sentimientos más genuinos.
A ustedes, les pregunto: ¿Eso es posible? ¿Es eso lo que quieren? ¿Se sienten bien replicando los actos de repudio? ¿Jugar a ser Dios les alimenta el ego? ¿Preferirían un dictador duro, sin flojeras? ¿Un activista político sin sentimientos de humanismo, sin principios éticos y morales que empiezan desde la protección a la familia? ¿ Un líder sin responsabilidad ni compromisos universales con la paz y el diálogo fraterno? ¿Un fracasado sin amor propio dispuesto a morir y que otros mueran en enfrentamientos de vecinos contra vecinos? ¿Un represor que no transmita emociones cuando le habla a su pueblo? ¿Que transmita poder, firmeza, que muestre su ejército para que sepan lo valiente que es? ¿Un egocéntrico que desaparezca todo lo que pueda iluminar el pensamiento individual de cada cubano y los condene a vivir en las pequeñas parcelas de las miserias humanas? Si es todo eso lo que quieren algunos, pues déjenme decirles que ya lo tienen.
Hace 62 años tenemos personas así gobernando la granja. Disfruten entonces y aclamen a sus jefes, que deben estar muy felices de escucharlos y ver como algunos cubanos matan su propia voluntad de ser libres porque, tristemente, no pueden apartarse de la impiedad.

En lo que a mí respecta, mi tránsito por este proceso es exactamente desde la filantropía. Totalmente en contra de todo eso que algunos están exigiendo. Y a favor de los derechos humanos primordiales que nos deben ser devueltos a los cubanos, incluyendo el derecho del libre albedrío.
Abracen, besen, y refugiense en seres humanos y no en estatuas magnificadas. Y entre beso y beso sigamos haciendo el amor y no la guerra.
Los insto a que se curen de la ira que habita las almas humilladas y no muestren tanta fragilidad. Levántense, cubanos de bien y dejen por debajo las maldades, el morbo, las aberraciones. Escuchen y practiquen un lenguaje nuevo. Desconecten el suero que nos ponen al nacer con concentrados ideológicos, porque los está matando a todos. A unos por reacciones adversas y a otros por sobredosis.
¡Seamos libres y después luchemos por la libertad! 
— me siento humana con Yunior García Aguilera en Madrid.

Dayana Prieto